jueves, 10 de noviembre de 2011

QUIEN ES EUFRACIO REYES ARELLANES?

Nací en el pueblo de la Ciénega, Zimatlán, Oaxaca, en el año de 1954. No, no tuve ninguna cuna al nacer en aquel jacal de sacate de caña. Donde se aposentó mi cabeza después que la partera me recibió en sus manos, fue en un petate de palma y junto a una hornilla de piedras y barro, que mi madre utilizaba para hacer las tortillas y cocer los frijoles.

   Más grande, mi madre me señalaría donde nací, me dijo que las vacas y el burro del Abuelo, hacían un escándalo espantoso: el burro rebuznaba muy fuerte y las vacas mugían si cesar.

  Cuando vine al mundo, llegué a una pobreza brutal: mi padre era jornalero del campo, trabajaba desde antes de salir el sol y dejaba de hacerlo hasta que se ponía. Los patrones que lo ocupaban eran hijos de españoles, y a todos los que ocupaban como a mi padre, realmente los trataban como esclavos. Les pagaban una miseria: veinte pesos a la semana, cuatro almudes de maíz (equivalentes a 16 kilogramos. Cuando era tiempo del corte de caña les daba una hoja de panela: (4 kilos de dulce para endulzar el café).

 En el tiempo de yo llegar al mundo, mis padres contaban con tres hijos, yo sería el curto, después vendrían otros dos más. Voy hacer mención de los nombres de mis padres y mis hermanos:

  Angel Reyes Hernández.   Nativo de la Ciénega       Papá
 Guadalaupe Arellanes Mayoral.   Nativa de la Ciénega.   Mamá.
 Elodia Teresa                                      hermana
 Isidra Juana                                         hermana
 Conrrado Abelino                               hermano
 Eufracio                             Yo                                                                   Gualberta                                             hermana
Faustino Demetrio                               hermano.

  Los seis nativos de la Ciénega

Desde casi a los cuatro años ya me llevaban al campo a llevar el almuerzo a mi padre. Un tío y mi hermano me cargaban en las ancas del burro. Después, cuando cumplí los cinco años, mi padre compró algunos chivos para que mi hermano Abelino y yo los cuidáramos por la tarde, ya que en la mañana había que ir a  buscar leña para que mi madre tuviera con que hacer fuego y cocinar.

  Muchas veces tuve que derramar lágrimas en mitad del campo, pues como carecía de zapatos o huaraches, los cadillos y otras espinas se ensañaban conmigo. Pero aún así había que seguir cargando la leña, pues la necesidad era mucha. Las caídas en los surcos secos eran terribles y los raspones nunca faltaron en mi cuerpo. Por otro lado había que tener mucho cuidado con las víboras, en especial los coralillos que se dan mucho en los campos de mi pueblo.

  Cuando cumplí los seis años, en lugar de ir a la escuela, me llevaban a deshojar la mazorca, y así poder ganarme unos pesos para aunarlos al gasto de la casa. Ropas nuevas en muchos años no supe de alguna, pues eran las ropas que mi hermano mayor iba dejando las que me daban. Juguetes, ni de sueño podía tener alguno, no les alcanzaba el dinero a mis padres para comprármelo. Yo mismo me hacía mis propios juguetes: me hacía mis trompos con un trozo de rama gruesa de sauce llorón (Se cortaba la rama y se dejaba secar por lo menos quince días). Me hacía mis valeros con alguna lata de chiles, o también con un trozo de madera, haciéndole un hoyo en el centro con un clavo caliente. Yo mismo hacía los papalotes con papel de china y varas de carrizo y engrudo de atole de maíz, y los hacía volar muy altos con las bolas de hilo que compraba vendiendo kilos de higuerilla. Yo mismo hacía mis carritos con corteza de nopal y varitas de carrizo.

  Muchas veces me llevé mis cuerizas de manos de mi madre por romper las bolsas de los pantalones con los puños de canicas que les echaba, pues era muy bueno jugando a las canicas. Era tan bueno en ese juego, que ya ninguno de los niños de mi edad, deseaban jugar conmigo, pues les ganaba todas sus canicas.

  Fue casi a los ocho años que me mandaron a la escuela, con la maestra Carmelita Zaragoza, que venía desde Tlaxiaco, Oaxaca, al pueblo entren para impartir clases. En ese entonces la escuela contaba con solo hasta el tercer grado de primaria, y se llamaba: Profesor Gustabo B. Mendoza.

  Hasta ahí estudié el tercer grado de primaria, pues no había más.

 Cumpliendo los diez años tuve que abandonar el pueblo, pues la misma miseria me hizo emigrar a la ciudad de Oaxaca para irme a trabajar a una alfarería, la cual se localizaba en la calzada Madero número 611, por la iglesia del ex marquezado. Combiné el trabajo y el estudie, y continué con el cuarto año en la escuela Enrique C. Rebsamen, la cual se hallaba dos calles atrás de la catedral de la Soledad.

   En la alfarería aprendí a hacer las tasas y platos de barro amarillo, para después de cocerse se volvía rojo. Muchas noches velé con el dueño de la alfarería cociendo la loza.

  Tres años duré trabajando en la alfarería, después partí a la ciudad de Matías Romero, Oaxaca, enclavado en el Istmo de Tehuantepec. Me fui con un tío lejano a trabajar con él. El tenía dos cantinas y una nevería frente a la estación de los ferrocarriles; además tenía la concesión de repartir las tres marcas de cerveza: Corona, Superior y Carta Blanca. Yo me encargaba de repartir el hielo y cajas de cerveza en una carretilla llamada (diablito) Allí no pude estudiar, pues se empezaba a trabajar desde las siete de la mañana hasta las once de la noche. Por otro lado, el tío lejano, Guillermo Ortiz, era un  perfecto negrero y explotador de menores de edad, que no me pagaba, sino que se cobraba con darme las comidas y donde dormir.

  Cinco años estuve con él. Después anduve por el estado de Chiapas: Arriaga, Tonalá y Puerto Madero. Trabajé en lo que podía. Después volví al pueblo a ver a mis padres, cuando ya contaba con diez y nueve años. Poco tiempo estuve con ellos. Del pueblo me vine a la ciudad de México, para irme por un tiempo a tres palos, municipio de Acapulco, donde terminé el sexto grado de primaria.

 En la ciudad de México desempeñado varias actividades: dependiente de la panadería “La Colonial”, ubicada en la esquina de las calles, Orizaba y Coahuila en la colonia roma. Despachaba el pan a la vez que barría y limpiaba donde los panaderos hacían el amasijo; los dueños… otra vez, españoles, negreros como los diablos. Repartí en bicicleta… otra vez español: telas de una tienda de casimires llamada: “Penella y Fernández”, de la cual era dueño: Francisco Penella. Fui despachador de gasolina en una gasolinera en la colonia del Valle.

  Fui vendedor de pañuelos Klinex, me habían ubicado en Río Churubusco. Allí me llevaba yo mis dos grandes cajas de pañuelos, y tenía que venderlos a como diera lugar entre los conductores de los carros que pasaban.

  Fui lava carros en un estacionamiento que se hallaba en la esquina de Antonio Caso y la Avenida de los Insurgentes. Después me metí a trabajar la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), como asistente de oficina; luego cobrador. Otros tres años duré trabajando allí.

  Estudié electrónica en el Instituto Irmexco, el cual se hallaba en la calle de Bucareli. Ahí aprendí a la reparación de televisores y radios de bulbos. Por ese tiempo también estudié el primer año de secundaría en el Instituto Anahuac, localizado en la Avenida Mariano Escobedo. Sólo pude cursar el primer grado. Y esos son todos los estudios académicos que poseo, no más.

  Viajé a la ciudad de Coatzacoalcos, Veracruz, y ahí aprendí la reparación de máquinas de escribir y calculadoras, y después la reparación de impresoras y fax y copiadoras, actividad que actualmente desempeño.

   Yo mismo puse mi negocio de reparación de equipo de oficina, y me fui abriendo camino ofreciendo mis servicios a las empresas.

  ¿Como me llegó el deseo de escribir, de plasmar mis vivencias?

  Yo tenía ganas de escribir todo lo que había pasado en mi vida, pero no sabía como hacerlo, ya que carecía de los medios para hacerlo. Ya casado con Margarita, me puse a leer las novelas del libro semanal. Un día me senté ante una máquina de escribir, y me puse a escribir: “La hora del fin del mundo”, con todos los errores ortográficos que se puedan imaginar, y me la corrigió una chica que fue secretaria de la famosa actriz, Silvia Pinal – la cual nunca salió a la luz, pues presté el material a un amigo, y jamás me lo regresó, se perdió.

  Lo más interesante vino para mí, cuando ya teniendo mi novela escrita y corregida, se la llevé a un gran periodista de la Organización Radio Centro: al señor Sergio Huarneros San Miguel, para que la leyera. El señor San Miguel me recibió, le entregué el material. Días después le llamé por teléfono, para preguntarle, qué le había parecido mi escrito. El señor San Miguel me dijo: que le había parecido bien, pero que yo tenía que leer mucho más, pues mi obra era la de un novel. Me invitó a que comprara libros, muchos libros y los leyera, pues de esa forma yo podría despertar aún más mi imaginación, y aprender adecuadamente la simbología con la cual no comunicamos.

   El mismo señor San Miguel me envió con la conductora de un programa de radio, el cual se llamaba: “Tú, yo, nosotros y el medio ambiente”, de Radio Expresión 790, de AM, conducido por la joven periodista, Josefina Claudia Herrera.

   Josefina había recibido mi novela de manos del señor Sergio Huarneros, para que la leyera. Así que un día después, Josefina me hizo la invitación para participar en su programa en vivo, y ahí hablamos de mi novela, invitando ella a los radios escuchas, para que sí a alguien le interesara, me apoyara para la publicación de la novela. En el programa leí algunos fragmentos, pero nadie se interesó,  ni llamó para tal motivo. Lo que sí recibí fue, felicitaciones. Y se los agradecí.

   Josefina me hizo la invitación para asistir a otros programas, y que yo siguiera leyendo fragmentos de la novela. Pero un día ella no fue, y en su lugar se presentó el titular del programa, el doctor Adib Sabag Sabag. –Quiero agradecer al doctor Adib el impulso que me dio para llegar hasta donde estoy, pues si no ha sido por él…, yo no sabría, nada.

  Ese día, el doctor Adib me preguntó: que a qué iba a su programa de radio. Le expliqué el motivo: la invitación de Josefina. Le dije que iba a leer fragmentos de mi novela. El argulló, que no sabía nada de la tal novela; pero, que sí yo quería participar en radio a su lado, que le escribiera epigramas. ¡Y, la verdad, no sabía qué era eso de los epigramas! Pero, me dijo, que saliendo del programa, él me diría qué eran los epigramas. Efectivamente, saliendo de la estación de radio, localizada en la calle de Artículo 123 número noventa, en la colonia Centro de la ciudad de México, me llevó a comprar –él lo compró-, el periódico Excelsiors. Abrió el periódico en la página seis, y allí estaba el epigrama del Vate, Manuel Campos Díaz y Sánchez –famoso por cierto en eso de las rimas.

   Me hizo leer el epigrama, rimado muy bien por don Manuel. Dijo que yo le hiciera algunos, y que fuera a la estación de radio para leerlos al día siguiente. Le hice diez, pero de los diez, sólo tres le gustaron, y los leí. Así fue como me fue incluyendo en su programa de todos los días, de seis a siete de la noche. Nueve meses estuve con él en esa estación, hasta que toda la programación desapareció, dándonos las gracias la señora doña Ana Maria Aguirre de Márquez. El mismo doctor Adib me sugirió, que yo tenía que leer mucho, pues era notorio en mí, las faltas ortográficas de dicción. Así fue como me fui haciendo adicto a lectura, hasta poseer los cientos de libros que tengo leídos.

 Después colaboré como epigramista en el diario vespertino, Ovaciones de la tarde, recomendado por el famoso periodista, José Guadalupe Muñoz. Luego propuse mis epigramas al director de la Revista de revistas de Excelsiors: en ese entonces director de la revista, el señor Enrique Loubet, juniors. Me pidieron algunos escritos y se los llevé; por suerte fueron aceptados, y así fue como comencé a colaborar con Revista de revistas de Excelsiors, de 1991, al año 2006, cuando pasó a manos de Olegario Vázquez Raña.

   He participado en otras revistas y en varias estaciones de radio. Por ejemplo, en radio UNAM, con el periodista ya fallecido, Francisco Huerta. En Radio Chapultepec con Martha Elva Gónzalez, en su noticiero: “Sín Barreras” En el programa: “Sentimientos” de Lourdes Fernández de Córdoba y Rubén Esaud Ocampo. Y en varias intervenciones de radio Mexiquense, a quienes les estoy muy agradecido por permitir difundir mis obras literarias.

   En el año 2004 viajé de ilegal a los Estados Unidos de América con treinta y dos personas más, guiado por tres polleros. Caminamos en el desierto de Arizona 56 horas. Fue una experiencia terrible como lucrativa para escribir cuentos y novelas. He escrito cuatro cuentos de esa experiencia. 

  Y éstas son  las obras que he escrito actualmente:
  Un folletín con dos historias verdaderas:
 “Cascabel”. Y el “Hallazgo” de Eufracio Reyes Arellanes     Sin editorial
 “El Perro y otros cuentos, de Eufracio Reyes Arellanes          Sin editorial
 “La piedra y otros cuentos, de Eufracio Reyes Arellanes         Sin editorial
 “Seis cuentos” de Eufracio Reyes Arellanes                             Sin editorial
 “10 Después”, de Eufracio Reyes Arellanes                             Sin editorial

 La primera novela:
 “La esposa del diputado”, de Eufracio Reyes Arellanes           Sin editorial
 “Su Majestad el Cuento, de Eufracio Reyes Arellanes y otros autores de Jalapa, Veracruz.  Con la editorial: Foro Fiscal S. de R. L. de C.V.
 “Tres Cuentos para niños que pueden leer los Adultos, editado por Editorial Prado.
 “El 10 de Mayo y Otros Cuentos, editado por Editorial prado.

  Está por publicarse otro tomo de seis cuentos, con la misma Editorial Prado: “Qué Honda con los Chavos” y cinco cuentos más. Además está preparada otra obra con seis cuentos más, el cual llevará el título: “Seis cuentos de Ecatepec”

   Yo, Eufracio Reyes Arellanes, hasta el momento, he logrado escribir más de ciento cincuenta cuentos, y cinco novelas, los cuales esperan la oportunidad de poder ver la luz algún día.

   Actualmente radico en el municipio de Ecatepec;  treinta años llevo viviendo en ese municipio con mi esposa Margarita, y mis tres hijos:

 Ruth Margarita Reyes Murillo. Fernando Reyes Murillo. María de Guadalupe Reyes Murillo.

   Para quien lea esta nota; Eufracio Reyes ha grabado un CD con cuatro composiciones musicales, y espera un día lo escuchen muchas personas.

             Esto es todo por el momento…

1 comentario:

  1. A cabo de adquirir los dos libros editados por el editorial Prado no los e leido por comleto pero solo con leer la introdduccion de cada cuento se siente que son escritos maravillosos. sigua a delante

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